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domingo, 19 de febrero de 2017

El esfuerzo valió la pena

Quiero traer aquí una palabra que me parece tiene poca popularidad, me refiero al esfuerzo. Cuando pensamos en la felicidad, el esfuerzo no es uno de los valores que surgen, al contrario de lo que significan para la mayoría la comodidad, el bienestar o el disfrute. Se trata más bien de “pasarlo bien” y divertirse, y así despreocuparse de las responsabilidades que presenta la vida. Quizá estas serían las palabras que resumirían a lo que muchos aspiran. Pero quiero redefinir la palabra esfuerzo, no como algo tedioso, aburrido y poco estimulante, sino desde la perspectiva de lo que hace uno con su vida y la manera de sentirse satisfecho por lo que es, también por lo que piensa, habla y la manera de relacionarse.

Y lo traigo a esta web porque independientemente de la situación personal que uno esté viviendo, cuando estamos enfermos parece como si tuviéramos que dejar el esfuerzo a un lado y ocuparnos de otros asuntos más acuciantes. Pero veremos que el esfuerzo en estas situaciones, como en tantas otras, adquiere todo el sentido. De muchas maneras puede determinar el grado de satisfacción que sentimos de nosotros mismos. Por ejemplo, cuando somos constantes en un régimen alimentario que ayude a nuestra salud, o cuando realizamos determinados ejercicios para recuperar la movilidad de nuestro cuerpo.

Veamos pues como define el diccionario el esfuerzo:
1s. m. Empleo enérgico de la fuerza física, la inteligencia, la voluntad o cualquier facultad espiritual, para laconsecución de un fin los exámenes finales siempre suponen un gran esfuerzo para los estudiantes; hacer elesfuerzo de llamarle; costará muchos esfuerzos terminar este proyecto.
2. Trabajo o privación que se hacen para ofrecer medios económicos para hacer cierta cosa hacer el esfuerzo parapagarle la carrera. esfuerzo económico
3. Ánimo, vigor o valor.
4hacer una persona un esfuerzo por su parte coloquial Ayudar para que dé resultado lo que otra hace aunque elprofesor nos elimine materia, no aprobarás si no haces un esfuerzo por tu parte.

Me llama la atención como se define el esfuerzo vinculandolo a los resultados, “para la consecución de un fin”. Por ejemplo, un estudiante invierte un tiempo y un esfuerzo esperando aprobar las asignaturas para conseguir una titulación. Parece como si el énfasis estuviera en la obtención de un título, en lugar de valorar lo que ocurrió en ese tiempo dedicado al estudio. El esfuerzo me parece una parte muy interesante pues es mucho el tiempo que le dedicamos en diferentes ámbitos de la vida. Sin darnos cuenta que es durante ese proceso que ocurren cosas donde podemos descubrir facetas personales y además de trabajar sobre un asunto.

La cuestión es que el esfuerzo, tal y como lo plantea la definición, está relacionado con “tener que hacer”. Por ejemplo, hago este esfuerzo para conseguir mejores notas. Y si no se cumplen nuestras expectativas nos vemos defraudados, infravalorados, dejamos de tener confianza en nosotros y nos valoramos inferiores a los demás, o menos inteligentes. Y todo ello porque la regla de juego del sistema educativo, u otros sistemas sociales, así lo ha acordado, y nosotros hemos aceptado ese juego. Pero la aceptación de ese juego no sale gratis, tiene consecuencias. Si eres un estudiante que tiene resultados brillantes serás ensalzado. Ahora, como suspendas en tu infancia o adolescencia, estarás marcado para toda tu vida. Y luego desmonta esa patología...... 

Vemos que la cultura del esfuerzo es un ámbito de competitividad, que clasifica y separa a las personas como buenos o malos estudiantes. La mala noticia es que esa competitividad aumenta en diferentes escalas, y arriba en la pirámide solo cabe uno, por lo que el esfuerzo, tal y como lo hemos definido no sirve más que para generar decepción y frustración.

Hay otra manera de verlo y consiste en que uno se convierta en el centro de todo lo que ocurre durante el proceso en que realiza el esfuerzo, y no solo en la consecución de resultados. Es decir que ese tiempo lo experimente con curiosidad, con interés, con atención y con sorpresa. De manera que lo que descubra sea resultado de la participación de todo su ser. Ocurre que cada instante se convierte en una celebración, pues la mente no tiene que competir con nadie sino disfrutar de sí mismo. 

Es una manera de verlo al haber pasado por ahí y encontrarse a uno mismo en lo que estaba haciendo. Les invito a realizarlo.






domingo, 29 de enero de 2017

El síndrome de la sala de espera médica

El síndrome de la sala de espera médica
Esta semana me encontraba en una sala de espera del hospital para que me hicieran un ecocardiograma y el control del DAI (Desfibrilador Automático Implantable) cuando me pasó por la cabeza las veces, cientos, que me he encontrado en esa situación, esperando. O bien para para que me realizaran una prueba, aplicaran un tratamiento, o una visita médica. Y ese tiempo de espera es lo que quiero investigar aquí. ¿Qué me sucede en ese tiempo de espera? Y de esta manera compartir aquello que puede también resonar en otros, o evocar situaciones similares.
Sentado allí me vino el recuerdo de los pensamientos y sensaciones que durante tanto tiempo aparecieron, y que ahora pude contemplar con serenidad, después de ver, darme cuenta y entender lo que estaban indicando. Observé como me encontraba antes de entrar a la consulta y después de salir. Viendo que en algunas ocasiones mi calidad de vida quedaba condicionada por los datos clínicos que recibía del médico, y que en varias ocasiones cambiaron drásticamente mi futuro. De hecho, tuve que reorientar mi vida profesional y abandonar mis estudios por mi salud. Claro está que no siempre tiene que ser así, lol, pero es muy probable que un día muchos de nosotros nos veamos a la “espera” de recibir un diagnostico que dé un giro a nuestra vida.
Lo que aparece en la mente de uno durante esos momentos previos se podría denominar como “el síndrome de la sala de espera médica”. Allí uno experimenta las consecuencias de sus propios pensamientos y sensaciones: ansiedad por conocer si tengo o no una determinada enfermedad, o si esa enfermedad puede ser más o menos grave, ansiedad por no saber cómo está evolucionando una enfermedad diagnosticada, miedo a empeorar, miedo al sufrimiento, miedo al futuro, miedo a la muerte, miedo a no saber adaptarte a la nueva condición física, darte por vencido, falta de confianza en uno mismo por no saber cómo lidiar con los resultados, imaginación pesimista y en ocasiones fatalista, sentirse víctima del destino, desamparo, incomprensión, verte en el final de tus días, etc. En definitiva, todo un catálogo de pensamientos que le hacen sentir a uno impotente ante la falta de habilidades por no saber conducirse ante lo que se avecina.
Uno no se da cuenta que está desarrollando impotencia, solo se rebela e inicia un proceso de duelo ante esa pérdida de salud. Creyendo que solo puede adoptar una actitud pasiva, diciéndose así mismo: “no puedo hacer nada más”, y ver lo que pasa. Es un mensaje que se da uno mismo donde desconecta la posibilidad de tomar las propias riendas de su vida y hacer lo que decida. De alguna manera uno se siente poseído por sus propios fantasmas que en forma de pensamientos aparecen en su mente, y es complicado y laborioso deshacerse de ellos. 
Lo que he encontrado como experiencia es que lo relevante no es lo que nos sucede, sino como lo vivimos dentro de nosotros, y eso es responsabilidad de cada uno, De ahí la conocida frase de “Lo importante no es lo que nos ocurre, sino como actuamos ante ello”. El primer paso es comprender la condición humana y tener en cuenta la imprevisibilidad de la vida, para no autoengañarnos ni hacer falsas valoraciones sobre quiénes somos y lo que nos pasa. Es decir, que haya un deterioro de nuestro cuerpo, caigamos enfermos, o tengamos un accidente entra dentro de lo que hoy denominamos como acontecimientos probables en la vida. Por lo tanto, no nos debemos extrañar que nos suceda también a nosotros, a mí. Pero entiendo que se nos olvide en esos momentos y que no todo el mundo esté dispuesto a aceptarlo como parte de la experiencia humana, por la educación y cultura que recibimos.
Claro, uno lo puede entender, pero el problema es cuando me toca mí, jejeje. Lo acepto en los demás como algo natural, pero coño, ¿por qué a mí? Y en esa respuesta he estado entretenido, cuando no anestesiado, a través de múltiples visiones religiosas, espirituales, reencarnacionistas, karmicas, escuelas de conocimiento etc, Y me di cuenta que esas creencias me separaban más de lo que tenía que afrontar. Así de sencillo, pues en definitiva lo que quería llenar era una falta de sentido. Y esa falta de sentido es la que moviliza a una mente inquieta a moverse por senderos, que según he visto en mí, me alejaron de una respuesta que me apoyara de manera perdurable y satisfecha.
Ya he dado algunas de mis respuestas arriba cuando he indicado de como uno tiene que asumir la propia condición humana. Apuntaré otras: la propia biología, genética, o estructura física, la fricción entre la mente y cuerpo. Es decir la psicosomática, de cómo la manera de pensar y sentir afecta a diferentes partes del cuerpo; y también del efecto de estar expuesto a ambientes tóxicos. Tampoco nos podemos olvidar de las condiciones de vida que hemos creado: guerra, hambre, esclavitud, etc. Todo ello forma parte de lo que denominamos el “estilo de vida” en la Tierra.
Buffff, ¿me he ido un poco lejos de la sala de espera, no?, lol.
Por último, y a raíz de mi proceso de aprendizaje de la Comunicación No Violenta (CNV), quiero compartir mi enfoque sobre las respuestas que uno puede encontrar a través de esta visión. Su creador Marshall Rosenberg, dice, según entiendo, que cuando emitimos un juicio o una evaluación al observar una situación, reaccionamos con un sentimiento de insatisfacción que manifiesta una necesidad no cubierta. Entonces a la luz de esta afirmación he investigado sobre el origen de todos esos pensamientos y sensaciones que aparecieron en las salas de espera al evaluar el momento en que me encontraba. La cuestión sería descubrir cuáles eran las necesidades* que estaban latentes y no fueron satisfechas cuando aparecieron todas estas reacciones de miedos e incertidumbre.
Y lo que he encontrado es algo muy sencillo, a priori, primero, una necesidad de autocomprensión, encontrar una justificación de la situación. y aquí encontré que en ocasiones me vi dentro de la culpa y la vergüenza. Culpa por sentirme responsable de aquellas cosas que sucedían en mi cuerpo, incluso siendo adolescente. Y vergüenza, por tener que llevar sobre mí la marca evidente y temprana del deterioro físico, y en eso verme inaceptable, sentir rechazo de mi propio cuerpo y de la imagen que daba. Interesante! La propia incomprensión de lo que me sucedía desencadenó en mi sistema de conciencia todos estos pensamientos e ideas inconscientes y como de ello solo vi la punta del iceberg, la culpa y la vergüenza. Y de ahí un rechazo hacia mi propio cuerpo. Por lo tanto, insatisfacción y decepción por la propia vida, con todas las consecuencias que se derivaron y que ya he explorado y perdonado, lol.
Otra de las necesidades que veo no cubiertas entonces y que desencadenaron múltiples reacciones fue la necesidad de proximidad, está claro que yo mismo no fui capaz de dármelo por lo que he dicho antes sobre la falta de comprensión, rechazo a mi propio cuerpo, por lo tanto, ausencia de intimidad conmigo mismo, de asumir mi propia corporalidad. De manera que esa lejanía de mí mismo, me llevó a iniciar una búsqueda lo más lejos posible: el cielo, lo transpersonal, lo esotérico, lo espiritual, lo oculto, etc. Sin darme cuenta que el punto de partida de esa búsqueda no era más que una carencia y una insatisfacción. ¡También Interesante!, lol. Aquí una reflexión sobre cómo iniciamos diversos caminos pensando que estamos a la búsqueda de nosotros mismos, y lo que hacemos, en realidad, es huir.
Y por último una necesidad que incluye las dos anteriores de comprensión y proximidad, que es la falta de sentido. Que indicaba una manera poco satisfactoria de ver las cosas, y no estar atento a mis sentidos corporales, mi sentir, contactar con mi cuerpo, observar en mi cuerpo lo que me estaba sucediendo.
Por último, una propuesta, una palabra que representa lo que uno puede hacer en estas situaciones, además de investigar en su mente, y es vivir desde el presente aquí. Es de lo único que disponemos para actuar, lo demás el pasado y el futuro existen solo en nuestra mente. Y aunque soy consciente de que el presente es en gran parte las consecuencias de las decisiones, pensamientos y emociones que hemos aceptado y permitido en el pasado, también existe otra manera de vivirlo:
Presente: Estar aquí en y como lo físico y desde la situación personal en la que me encuentre, hacer lo mejor que está en mis manos para mí y para todos por igual. Siendo consciente que en el aquí hay una parte de la que no tengo control, de la misma manera que no tengo control en este momento de los movimientos involuntarios del corazón, pulmones, intestinos, así como de los procesos bioquímicos y eléctricos de mi organismo. Pero darme cuenta también  que puedo ayudarme y darme empatía mediante mi estilo de vida, alimentación, pensamientos y sentimientos a que esas funciones actúen en las mejores condiciones posibles.
Gracias por leerme!


*Por necesidades la CNV entiende aquellas expresiones intrínsecas en el ser humano que son universales e impersonales que hacen referencia a la autonomía, nutrición, esparcimiento, integridad e interdependencia.




martes, 6 de diciembre de 2016

La Comunicación No Violenta, una manera de pensar y hablar

Hace pocos días me encontré con esta herramienta de comunicación que utiliza un modo de pensar y de hablar que aspira al respeto mutuo en las relaciones. Me sorprendió ver que contiene muchas utilidades para el desarrollo tanto personal como de las relaciones, me refiero a la Comunicación No Violenta (CNV, desarrollado por Marshall Rosenberg) . La entiendo como una actitud de igualdad de trato hacia uno mismo y hacia los demás, donde el individuo ante un evento/situación conecta con la realidad a través de la observación, los sentimientos, las necesidades y las peticiones, considerando al otro con los mismos derechos a través de la empatía. Procurare mostrarlo.

Lo primero que me sorprendió fue descubrir como concibe las cosas que le pasan a uno en sus relaciones, donde es el propio individuo quien asume la responsabilidad de todo lo que le sucede. Algo que en diferentes escuelas y metodologías se suele diluir con múltiples excusas como la mala suerte, el destino, el sistema, etc. Por lo tanto, ese punto de que es uno mismo quien decide como pensar y sentirse, le permite empoderarse, viendo que lo que vive dentro de sí lo puede cambiar si aplica las cuatro componentes y las dos partes en que se basa la CNV. A saber:

Componentes
1)    La observación basada en la realidad, sin juicios moralistas, sin críticas, sin acusar
2)    El conocimiento y expresión de los propios sentimientos ante esa realidad que observa
3)    El conocimiento y expresión de las propias necesidades de aquella situación
4)    Formulación de una petición que surge de la situación.

Partes
1)    La expresión sincera y honesta de uno mismo (asertividad)
2)    La escucha respetuosa del otro (empatía)

Encuentro necesario que para obtener los resultados de un mayor entendimiento y empatía para llegar a acuerdos cada uno de estos puntos sean comprendidos en la dirección que muestra la teoría. Es decir, conseguir que en la relación todos ganen, respetando las decisiones que el otro quiera tomar. En cuanto si la otra persona no accede a establecer una relación honesta o intima no lo podemos forzar ni manipular. Sin que por ello nos tengamos que sentir fracasados, ya que nuestro estado no debe depender de las decisiones que tome el otro les sean o no perjudiciales. Hay varias publicaciones de M. Rosenberg donde describe con múltiples ejemplos su teoría en el que destaca su obra principal Comunicación No Violenta. Un Lenguaje de Vida.

Pongamos un ejemplo para ver cómo funciona la CNV. Si le decimos a alguien: “Tu problema es que eres muy egoísta”. Aquí vemos en primer lugar que la frase no está comunicando un hecho, sino que está juzgando a la persona. Establece un juicio donde se culpa al otro, se le insulta, una manera de rebajarlo, etiquetarlo, criticarlo, establecer comparaciones y emitir un diagnóstico. A partir de aquí se puede entrar en una dinámica donde según la relación de poder que exista entre los dos llevara a que uno salga humillado y el otro se sienta vencedor, pero donde los dos con el tiempo pierdan. Una comunicación honesta y sincera teniendo en cuenta las cuatro etapas y las dos partes iría más o menos en este sentido:

“Has estado durante cuatro horas en el ordenador (observación de la realidad, sin juicios, objetivable) y me siento enfadada (sentimientos propios sin culpar al otro) me hubiera gustado hablarte de nuestro hijo (conecta con sus necesidades) me gustaría que encontráramos un tiempo para hablar de ello (le hace una petición sin imponer el momento).

Como veis en ningún momento juzga el tiempo que estuvo en el ordenador, sino que expresa con exactitud la duración de ese tiempo. Después conecta con sus sentimientos dándose cuenta de lo que le produce esa situación, le habla de cómo se siente asumiendo su propio malestar, no le acusa diciéndole, por ejemplo: “me molesta verte tanto rato en el ordenador”. A continuación, conecta con sus necesidades en esa situación concreta, no generaliza diciéndole: “necesito que estés más tiempo conmigo” sino que es bien especifica ante el tiempo que ha invertido ante el ordenador. Y finalmente formula una petición para que ambos encuentren un tiempo para hablar. Si nos fijamos no hay imposición sino búsqueda de un acuerdo, no es lo mismo que decir: “necesito que hablemos ahora mismo”. Aquí vemos que la persona es honesta y sincera. Rosenberg habla en este sentido de autoempatia, darse a uno la comprensión de lo que está experimentando dentro de sí, de cómo está viviendo esa situación, sin culpar a nadie, tampoco de cambiarlo, sino de ver si sus necesidades y las del otro pueden ser cubiertas de manera acordada.

Según veo la CNV considera las necesidades como el origen de todos los conflictos. Indica que, ante cada reacción de ira, rabia, frustración, enojo, etc. u otro tipo de violencia verbal o física hay una necesidad no cubierta. Para ello estable que hay necesidades básicas que deben ser respetadas:

Autonomía:
Elección de valores/ideales/objetivos
Elección de proyectos para lograr nuestros propios ideales, objetivos y valores
Nutrición y cuidado físico:
Aire, agua, alimentación, descanso, expresión sexual, contacto físico, movimiento, protección, vivienda, etc.
Esparcimiento:
Diversión, risa
Integridad:
Autenticidad, creatividad, propósito, autoestima
Comunión espiritual
Armonía, belleza, inspiración, orden, paz
Interdependencia:
Aceptación, agradecimiento, amor, comprensión, confianza, etc.
(del libro Comunicación No Violenta. Un Lenguaje de Vida) 

Claro está que no siempre es necesario pasar por todas las etapas para establecer una comunicación, hay que ver el contexto, pero veo que así la comunicación es más exacta y empática. Entiendo que en este tipo de comunicación uno es el punto de partida, uno asume la responsabilidad de lo que hay en su mente, de lo que piensa y siente. (Otro tema sería investigar qué es lo que resuena, qué memoria hay dentro de la persona o patrón para que por ejemplo se sienta enfadada, ahí veo que la CNV no investiga, hasta donde he comprendido en el tiempo que la conozco). Pero lo que pide es honestidad e introspección sobre la propia responsabilidad de lo que uno piensa y siente, independientemente de las circunstancias. Con lo cual estoy totalmente de acuerdo pues lo que uno percibe, piensa y siente corresponde a la manera en uno interpreta la vida. 

Hay términos de la CNV que no comparto como su relación con la espiritualidad y la compasión. Me gustaría saber que entiende por espiritualidad, compasión, honestidad y sentido común. Pues el principio de “tratar a los demás tal y como nos gustaría ser tratados”, no necesita de etiquetas como espiritualidad y compasión, sino de aplicación. Y desde allí sin duda uno puede descubrir dimensiones humanas donde uno es el propio creador de su experiencia humana.

Por ultimo para terminar este primer acercamiento a la CNV, desde mi punto de vista, hablare de otro punto que me ha sorprendido, es sobre el perdón. Me ha sorprendido porque también comparto que el perdón de uno mismo hacia uno mismo es necesario para restablecer una nueva forma de ser, para crear algo nuevo. Lo viejo, lo que fuimos, lo que hicimos con nosotros sea reconocido y perdonado (per-do-na-do: volver a darnos a nosotros mismos una nueva vida) Lo describe así el libro:
El perdón a nosotros mismos en la CNV lo entiende como la conexión con la necesidad que tratábamos de cubrir cuando hicimos lo que ahora lamentamos haber hecho.

Habla del perdón después del duelo que uno experimenta cuando uno no ha conectado con los sentimientos y necesidades no satisfechas por acciones pasadas que ahora lamentamos. Como arriba en el ejemplo cuando nos dirigimos a nuestra pareja y le dijimos “Tu problema es que eres muy egoísta” y entramos en una dinámica de discusión una culpando al otro de “hacerla sentir sola” y el otro reprochándole a ella que “se siente agobiado por ella”, lol. Es aquí donde somos capaces de reconocer que la opción que elegimos fue la de manipular al otro, sin darnos cuenta que no fuimos honestos ni sinceros al no conectar con el origen de nuestros sentimientos ni saber expresar adecuadamente nuestras necesidades.

Hasta aquí algunas de las cosas relevantes que he visto hasta ahora en la CNV y que cada uno, si está interesado, puede investigar para el desarrollo de la propia vida en honestidad, sinceridad y lo que es mejor para todos en igualdad. De manera que podamos hacer de la vida y el mundo un lugar en paz.

Saludos







lunes, 21 de marzo de 2016

¡Derrotado! Detrás de las apariencias.


Hace unos días me di cuenta que detrás de mí inactividad física, de mis largos descansos, de la inercia de no hacer nada, con la excusa de que “estaba enfermo”, había una actitud de derrotismo, de darme por vencido. Veremos aquí que significa todo esto para mí. En los acontecimientos que creía controlar se había colado una actitud de no hacer nada. Pensaba que no podía hacer nada por mi parte y con esa pasividad estaba representando un “darme por vencido”. Pude ver que había caído en una especie de vacío, en una sensación de dejar que las cosas ocurran y “verlas venir”. Algo inhabitual en mí ya que casi siempre procuro estar ocupado.

Nos podemos sorprender, si miramos con honestidad, cuando describimos a otros cómo nos encontramos. A menudo les decimos alguna palabra que sea aceptada por el interlocutor y nos traiga alguna ganancia, como cómplices para seguir manteniendo su aprobación y sentirnos apoyados emocionalmente. Si expresamos que estamos “deprimidos”, esperamos atraer la atención y nos dedique más tiempo. Si expresamos que nos encontramos “bien”, puede indicar que no queremos preocupar al otro, o simplemente nos queremos abrirnos a él o ella. Y esto no es más que un grado de automanipulación, dejando de ser nosotros mismos para convertirnos en personalidades un tanto esquizofrénicas; ahora deprimidas, ahora bien. Pero si miramos un poco más a fondo, evitando el autoengaño, indagando meticulosamente, veremos que hay todo un mundo dentro que podemos explorar si hacemos un poco de introspección.

Y lo que encontramos tiene que ver en cómo hemos interpretado algunas situaciones, de nuestra visión errónea de las cosas, o en el valor que le hemos dado a los acontecimientos. En definitiva de aquel sistema de creencias que nos hemos creado y en el cual se basa nuestra existencia. En muchas ocasiones sin darnos cuenta como hicimos esa programación mental, ni cuando lo llevamos a cabo. Es curioso observar que siendo algo que lo hicimos para nosotros mismos no vemos que estamos fuera de control, siendo arrastrados como parte de nuestros impulsos automáticos. Por ejemplo, hace unos dos meses que me implantaron el DAI  y la recuperación va más lento de lo que imaginaba. Primer error, imaginar que las cosas van a ir de determinada manera, como la esperanza de que todo irá bien, sin considerar que pueden aparecer imprevistos, y que la vida está aquí en cada momento, y no en lo que “nos gustaría que sucediese”, sino lo que en la realidad ocurre. Uno espera y calcula como “deberían ir las cosas", y cuando no es como habíamos esperado aparece la decepción. A pesar de que los médicos me avisaron que cada paciente tiene una respuesta diferente dependiendo de cómo llegó a la situación del implante del dispositivo. Unos notan un gran cambio en sus actividades cotidianas, y otros, aunque el funcionamiento del corazón mejora con la sincronización, no se produce un cambio físico espectacular, este último es mi caso. Por lo tanto yo me hice la idea que sería de esos que notarían un cambio espectacular, y eso no se está dando, por lo que todo lo que me había creado se vino abajo, experimentando una decepción.

Así que en este post quiero indagar sobre “lo que en realidad se esconde” en mi mente en esta situación de verme decepcionado/derrotado en mi proceso del implante del DAI y como puedo revertirlo hacia una vida más plena. De hecho se trata de descubrir la causa de mi inercia y desgana por moverme, y de cómo producir un cambio en mí. En primer lugar quisiera realizar una apreciación y es que en muchas escuelas de conocimiento y tendencias psicológicas se habla de la influencia de la mente sobre el cuerpo físico, y se descarta la influencia del estado del cuerpo físico sobre la mente. Quiero decir, que así como hay numerosa bibliografía sobre el significado psicológico de las enfermedades. Aún recuerdo el primer libro que leí sobre estos temas hace más de 30 años, La enfermedad como camino. Allí los síntomas se revelan como manifestaciones físicas de conflictos psíquicos y su mensaje puede descubrir el problema psíquico de cada paciente. Sin embargo es sabido que un déficit de determinados neurotransmisores produce problemas mentales, como por ejemplo la serotonina que interviene, con otros conocidos neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, en la angustia, ansiedad, miedo, agresividad, como en los problemas alimenticios. Aunque aquí también nos podemos preguntar ¿qué es primero el huevo o la gallina? Pero está comprobado que no todas las enfermedades o estados mentales son de origen psíquico, sino que un exceso o defecto de elementos químicos causan infinidad de reacciones cognitivas y/o emocionales, por lo que en algunas ocasiones es necesario descartar cualquier patología neurológica ante un estado mental. Digo esto porque a veces intentamos buscar el significado esotérico de un estado mental y simplemente es un problema químico.

Dicho esto y continuando sobre el tema de sentirme sin ganas de hacer nada, en una inercia de inactividad, he podido encontrar que me había dado por vencido, “derrotado” en lo que había considerado como una nueva batalla por mi salud. Viendo que los cambios físicos no eran los esperados, y que no recuperaría mi ritmo anterior. Es curioso pero esa batalla por mi salud no la había visto hasta ahora, y no porque no hubiese pensado en la muerte (ya hable de ello en este post) sino que al situarlo como una lucha, no había visto que en realidad la lucha era entre mi cuerpo y mi mente. Entre la vitalidad física y el deseo de mi mente. De no aceptar el ritmo que me imponía mis limitaciones físicas y el deseo de mi mente por querer moverme como antes. Sin darme cuenta que quien se encuentra derrotado son mis expectativas, mis creencias de cómo deberían ir las cosas. Mi atención estaba situada en las expectativas, y no en saber escuchar mi cuerpo y acompañarlo pacientemente en su proceso de recuperación. De hecho mi cuerpo es real, está aquí, puedo tocarlo y ver sus ritmos y movimientos. En cambio había optado por aferrarme a mis creencias, a una idea de cómo deberían ser las cosas, creando una realidad paralela que estaba viviendo “como si fuera real”. En cambo la realidad física es tozuda y siempre nos lleva a lo concreto de la materia, chocando, generando conflictos o haciendo rectificar a nuestro mundo mental, si es que no queremos vivir dentro de una paranoia.

En este proceso de introspección surgieron varias palabras que me ayudaron a verlo: indiferencia, contrariado, decepcionado, escéptico, desengañado, pasividad. Todas ellas como el hilo conductor que me llevaron a sentirme “derrotado”. Entonces me puse a buscar que palabras podría utilizar para hacer de esta situación una vivencia plena, realizar un cambio dentro de mí mismo donde yo pudiera crear mi propio destino de manera consciente, decidir quien quería ser, en que me quería convertir. Así surgieron las palabras integración, iniciativa, participación y compartir.

Ahora se trataba de dar contenido a esas palabras y de cómo las quería vivir. Y esto es lo que encontré: Integración: se trata de poner mi cuerpo físico como centro de la situación, de manera que mi mente acompañe a lo que me está sucediendo a nivel orgánico, sin añadir pensamientos y/o creencias que me separen de la realidad. Es decir, no especular sobre mi futuro, vivir la realidad presente aquí, no imaginar escenarios, sino darme el acompañamiento a través mi consciencia, encontrar la satisfacción de mí mismo por lo que soy. En definitiva bajar la mente a lo físico y disfrutar de ello. Poder asumir la respuesta de mi organismo en cada momento sin que se vea alterada mi mente. Y eso significa entender que la vida soy yo en cuanto a lo que me permito pensar, hablar, actuar y decidir en cada momento.

Iniciativa: se trata tanto de moverme más físicamente a través de ejercicios adecuados, por ejemplo el katsugen,  como la de relacionarme más con las personas de mi entorno, pareja, familiares, amigos, salir de mi “zona de aislamiento”, retomar la escritura (como ahora aquí, lol), continuar con mis estudios de inglés, establecer relaciones cordiales, etc.
Participación: Tomar parte activa en los ámbitos en los que me relaciono tanto personalmente como en redes sociales o diversos foros. En definitiva hacerme más presente allí donde formo parte.
Compartir: En la línea de lo ya expresado arriba sobre la iniciativa y participación, hacer a los demás parte de mí, sabiendo que no soy un ser aislado sino que mis pensamientos, acciones y decisiones, también tienen una resonancia en mi entorno. Y eso en la práctica significa no protegerme con una coraza o “resguardarme de quien soy”, por miedo a lo que dirán los demás, o por miedo a no ser entendido. Sino exponerme, expresando lo que hay dentro de mí, libre de prejuicios autolimitantes.

Veamos entonces, pasar de sentirme derrotado:
derrotado -da
fam. Deprimido, sobrepasado por los acontecimientos traspasar el límite de la tolerancia.
A decidir cómo quiero vivir a través de las palabras: integración, iniciativa, participación y compartir.


Gracias!






viernes, 12 de febrero de 2016

Desfibrilador Automático Implantable (DAI)

Hace 20 días que me implantaron un DAI debido a una insuficiencia cardiaca de 20 años de evolución, y ante la aparición de diferentes síntomas en los últimos 6 meses: cansancio, mareos, dolor estómago, dificultad de concentración, etc. Se puede decir que con este aparato en mi cuerpo ya formo parte de los denominados ciborg, un individuo compuesto entre biología y cibernética para mejorar las capacidades de una parte orgánica del cuerpo mediante las tecnologías. El futuro de muchos humanos, lol. En mi caso me han colocado un dispositivo (DAI tricameral) debajo de la clavícula izquierda, cuya función principal es la de resincronizar el movimiento del corazón debido a una deficiencia en la motilidad del ventrículo izquierdo. Además detecta posibles arritmias y paro cardiaco. Para aquellos que tengan que afrontar este trance diré que la intervención quirúrgica duró más de tres horas y estuve consciente durante el proceso. A pesar de la anestesia local tuve algunas molestias durante las punciones en la vena subclavia para colocar los electrodos en el corazón, así como en la apertura de lo que se llama el “bolsillo”, una apertura donde se separa el musculo de la piel para colocar el dispositivo, y también lumbalgia por la inmovilización postural.


                                Modelo implantado  Boston Scientific INOGEN X4 CRT-D

No obstante pude mantenerme tranquilo durante la intervención a pesar que algunos comentarios en el quirófano del equipo médico no favorecieron esa situación. Como por ejemplo  la discusión entre dos médicos para decidir quien realizaba la intervención, o el comentario de que el médico que lo realizó era la primera vez que lo hacía como “operador principal”, o las instrucciones que uno de los médicos daba al “operador” debido a que no sabía cómo introducir el electrodo en el ventrículo izquierdo….. meterlo con 11 vueltas y un máximo de 19. Me parece que todo eso se lo puede evitar el paciente que está en la camilla de quirófano. Después supe que quien lo realizó lo que llaman un “Residente 1”, así lo firmo en la alta médica, un estudiante de primer año de especialidad. Aunque el Jefe de Servicio, que entró en el quirófano pasados más de 1 hora, y que no estuvo en el quirófano más de 10 m, indicó que se había realizado una “magnífica ejecución”, y “magnífica colocación”. No sé si lo dijo para animar al “operador” o a mí, lol. No obstante durante la intervención pude mantener una conversación cordial con el cirujano incluso murmurar durante unos instantes una canción.

La cuestión es que el dispositivo está funcionando adecuadamente, los electrodos están en su sitio enviando estímulos constantes al ventrículo izquierdo con nula sensación física, la herida ha cerrado a la perfección, y la adaptación del mecanismo a mi organismo está siendo más rápida de lo esperado. Puedo mover el brazo sin dificultad y dormir en cualquier posición, sin notar apenas los 75 gramos que pesa el DAI. Por lo tanto el “operador novel” hizo un gran trabajo. A pesar de ello, consciente de que todo es muy reciente, mantengo las precauciones sobre el movimiento, la carga de peso, la conducción y cualquier actividad de riesgo.

Hasta aquí el evento en sí, ahora viendo el estado de mi mente durante el proceso puedo decir que estoy satisfecho de cómo he vivido las diferentes situaciones. Los médicos me notificaron hace aproximadamente 4 meses que la opción del implante era la adecuada, y viendo mis síntomas y el deterioro normal del corazón después de 20 años con insuficiencia cardiaca debido a la quimioterapia que se me aplicó hace 35 años, entendí que cualquier otra alternativa dentro de la medicina no sería suficiente. Teniendo en cuenta que siempre, desde jovencito,  he seguido diferentes técnicas, como la homeopatía, acupuntura, biomagnetismo, bioenergética, medicina natural, macrobiótica, etc. No quiero decir que las aplicara todas a la vez, lol, sino que a lo largo de los años he visto que estás técnicas sí producían una mejora del estado general de mi organismo proporcionándome mayor vitalidad, pero entiendo que llegan hasta donde llegan. Quiero decir, que por ejemplo pueden mejorar el estado energético/vital del organismo, pueden eliminar mucha toxicidad, pueden mejorar algunas funciones orgánicas, pero mi experiencia indica que no pueden mejorar algo tan específico como la motilidad del miocardio, el movimiento involuntario del ventrículo izquierdo, cuando este ha perdido elasticidad debido a la toxicidad de la adriamicina por tratamiento de quimioterapia.

Ya sé que hay remisiones espontaneas que se han producido en diferentes enfermedades y “curaciones milagrosas/inexplicables para la medicina”, y que además la mente puede incidir en el organismo….., pero todos sabemos que hay muchas variables que no controlamos/desconocemos en cuanto al funcionamiento del cuerpo y la mente. Y también algunas técnicas de visualización y meditación practiqué durante años con diversos propósitos. Lo que si he realizado es procurar a mi organismo una adecuada alimentación, el soporte vitamínico y las desintoxicaciones adecuadas para mantener mi cuerpo en las mejores condiciones. Así como “ocuparme” de aquellos pensamientos, emociones y sentimientos que existen en mi mente, para no añadir más carga energética, ni toxicidad a mi cuerpo. Muchos conocemos aquella frase: no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre……Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. (Mat. 11:15-18). Y no lo digo por su sentido religioso, sino por su sentido común, que podemos comprobar cuando alguien utiliza las palabras para abusar de otro.

Yendo un poco más a fondo en la psicosomática, o mejor desde la psiconeuroinmunología o desde la perspectiva biopsicosocial, es decir entre la relación de la mente/cuerpo/entorno, lo que encuentro es que “uno es en la enfermedad lo que decide convertirse”, es decir el bienestar personal no depende solo de estar enfermo sino de cómo uno afronta las diferentes circunstancias de la vida. También la OMS lo ve de esta manera en su definición de salud: un estado de bienestar físico, mental y social y no meramente ausencia de una enfermedad o achaque. Por lo tanto encontrar el bienestar también en la insuficiencia física es un reto del que cada uno debe hacerse responsable. Claro está que ello necesita de un reaprendizaje al cambiar las fuerzas físicas que uno dispone, y eso significa encontrar los principios de vida por los cuales uno quiere dirigirse.


                                              20 días después del implante del DAI








domingo, 15 de noviembre de 2015

Conseguir la serenidad ante una enfermedad o crisis


El hecho de tener salud no consiste, como erróneamente se suele considerar, en tener un cuerpo inalterable y exento de anormalidad, sino en poseer aquel estado corporal susceptible de vivir amoldándose a cualquier tipo de circunstancia, incluso a la de la anormalidad, aquel estado flexible y mutable propio del movimiento natural de la vida. El cuerpo sano es aquel que por la capacidad de adaptación al cambio puede mantener la estabilidad
Haruchica NOGUCHI


Al pasar por diferentes enfermedades con riesgo muerte me he dado cuenta que la mente comienza a fantasear e imaginar situaciones donde uno se ve cadáver, sin vida. Es el momento en que uno mira el pasado viendo lo que deja tras de sí. Aquí es donde aparece el resentimiento y la culpa por haber actuado de manera errónea y movido por el orgullo personal. También por haber dejado pasar oportunidades donde crear y fomentar relaciones más justas y equitativas. Es cuando uno se enfrenta a su propia personalidad y/o personalidades y encuentra las motivaciones que le llevaron a realizar determinadas conductas. Pero no hay marcha atrás, todo está hecho, se trata de asumir quienes fuimos en el pasado y aprender de esa experiencia. Pero si entendemos a fondo lo que hicimos con nuestra vida, tenemos en nuestras manos la capacidad de hacer algo nuevo con ella que nos haga sentir satisfechos en nuestro interior. Entiendo que la vida trata de eso, de encontrar en nuestros pensamientos, palabras y conductas un motivo para encontrarnos satisfechos, serenos y tranquilos por cuanto hemos aprendido de nosotros mismos y lo hemos podido realizar.

También aparece el miedo a lo desconocido tras el umbral, y miedo a perder la consciencia de quien uno ha sido hasta ahora. Y nos vemos llegando al final de nuestros días sin llegar a conocer la expresión más genuina de uno mismo, sino encontrando personalidades que hemos superpuesto como compensación a ese desconocimiento de quien uno es. Son los miedos existenciales que la mayoría de personas sienten, incluso aquellas personas religiosas que imaginan un encuentro con su dios o deidad. Sin darse cuenta que lo que imaginan o creen lo pusieron ellos primero en su propia mente y aceptaron orientarse por ello, sin ver que eso fue desplazar la propia responsabilidad por lo que son a una creencia que justifique sus propias vidas. 

De lo que estamos tratando es lo que cada uno ha construido dentro de su mente con sus propios pensamientos, ideas y creencias, y de entender cuál está siendo su respuesta ante el riesgo de la pérdida de su vida, o de una crisis existencial.

La propuesta con este post es ver, darnos cuenta y entender que en la manera que experimentamos la enfermedad es la manera en que hemos construido nuestra realidad. Que en muchas ocasiones no coincide con la realidad objetiva de las cosas que suceden. Sino del valor e interpretación que le hemos dado. Haciéndonos un mundo a nuestra medida, que despues entra en conflicto cuando nos encontramos en situaciones de supervivencia, a menos que evitemos autoengañarnos.

Para ello hay que mirar más a fondo y revisar lo que hemos hecho de la vida con nuestra mente. Qué cosas hemos añadido de nuestra  familia, cultura, educación, conocimiento e imaginación, que le llevan a uno a vivir con ansiedad las situaciones de riesgo de muerte, o crisis existencial. En mi propia experiencia, después de pasar por diferentes sistemas de creencias, desde las filosofías orientales al cristianismo, lo que he encontrado dentro de mi es que todas esas creencias las utilice para reducir esa ansiedad ante lo desconocido, y como supervivencia de mi mente, para guardar la idea de que yo seguiría siendo el mismo después de la muerte, aunque en una versión mejorada en el más allá, jeje. Quiero decir que en lugar de ver la existencia como un proceso natural de nacimiento, desarrollo y muerte, donde uno interviene poniendo su propia identidad genuina, le añadí unas ideas y creencias que me impedía afrontar las crisis, la enfermedad y mi propia muerte como un proceso natural de la vida. En ello estoy.

Pero ¿por qué ese miedo a tener una enfermedad grave y sentirnos frente a la muerte? Además de la cuestión cultural, diría ancestral proveniente de los rituales de traspaso al otro lado, en el fondo nos enfrentamos con lo que hemos hecho con nuestra vida. Con lo que nos has guiado: el consumo, el dinero, la fama, el reconocimiento. Con el tipo de valores hemos puesto en: la familia, los amigos, la ideología, la religión, la diversión. Con el grado de conocimiento que tenemos de nosotros mismos, y cómo nos hemos experimentado: valoración positiva/negativa, inferioridad/superioridad, bueno/malo, exito/fracaso, competencia/frustración, ilusión/desilusión. Esto nos lleva al punto de investigar en quien hemos sido en nuestra existencia, por lo tanto a mirar nuestra vida en total honestidad propia.

Entiendo que muchos no quieran hacer esa investigación sobre uno mismo pues es muy posible que en la mayoría de personas sintamos resistencia por el dolor que pueda producir conocer quiénes fuimos y lo que hicimos. Pero eso es una valoración moral, que nos hace sentir sin fuerzas, nos debilita pues pensamos que esa introspección nos puede llevar a tener que realizar un cambio que quizá no estamos dispuestos a realizar. Pensando que mejor seguir con nuestros conflictos, y seguir utilizando nuestras compensaciones que nos distraigan. E lugar de realizar el esfuerzo para sentirnos satisfechos, serenos y tranquilos con nuestra propia vida. Así los humanos, preferimos sacrificar nuestra realización genuina y seguir como siempre, y con el mundo de siempre..... De lo que se trata es de simplemente asumir y tomar responsabilidad de lo que hemos hecho con nuestra vida según nuestro grado de entendimiento, lo cual podemos cambiar con la educación en honestidad propia. En el fondo se trata de empoderarnos y de sabernos directores de nuestro propio destino y no marionetas de un mundo imaginario en nuestra mente. No cabe duda que eso requiere de audacia y valor pues la sociedad nos ayuda muy poco en este reto. Pero entiendo que es lo que nos toca como seres: decidir, desde el conocimiento más profundo, quien queremos ser y como queremos expresarnos.

El hombre puede morir muy sosegadamente, en paz consigo mismo y con la vida. La vida está hecha para morir, por lo tanto la muerte es tan natural como la vida. Si no enseñamos esta naturaleza de la muerte, si no llegamos a mostrarla como realmente es, incluyéndola en la naturalidad del vivir caeremos en limitarnos a pedir a la psique entereza ante ese trance; parecerá entonces que queremos preservarla de alguna cosa rara y dolorosa, en vez de dejar que en su libre fluir la psique acepte con la misma naturalidad la vida que la muerte.
Haruchica NOGUCHI




lunes, 2 de noviembre de 2015

El malestar en la enfermedad


Una de las primeras situaciones que me encontré cuando aparecieron los síntomas de la insuficiencia cardiaca (IC) fue un cierto grado de ansiedad, de lo que no fui consciente hasta días después. Ocurrió después de sentir que mi cuerpo se cansaba mucho más de lo normal y el no saber la gravedad, y que función estaba fallando, la incertidumbre sobre lo que me podría pasar me hacía sentir mal, como el que espera la noticia que no le gustaría a uno recibir. De hecho algunos síntomas me recordaban lo que me ocurrió hacía 20 años cuando se declaró por primera vez la IC. En aquella ocasión fue más grave pues me llevó a estar ingresado en la UVI durante una semana. Y el pronóstico era que si remontaba, quizá tendrían que hacerme un trasplante de corazón. En esta segunda ocasión, como en la primera,  al principio los médicos tampoco veían los síntomas como alarmantes y me daban largas recomendándome que esperara las visitas periódicas que tenía concertadas con mi cardiólogo. Pero yo me sentía débil y cansado, mi cabeza la sentía flotando con una sensación de mareo. Necesitaba conocer cómo se encontraba realmente mi corazón. No fue fácil conseguirlo, hasta tres veces tuve que asistir a Urgencias médicas. Parecía como si “necesitará” que el médico pusiera un diagnóstico y me indicará la gravedad, una etiqueta donde posicionarme y definirme desde ese punto de vista. Y como no, ver en ello mi expectativa y calidad de vida.  Yo notaba que la situación podría ser grave, y así viví el proceso hasta la verificación del diagnóstico. Hasta que no descubrieron la situación real, los médicos me preguntaban en la sala de urgencias ¿qué hacia allí si ya estaba siendo controlado por mi cardiólogo? ¿Por qué no esperas a que te visite tu médico? Me hicieron dudar sobre si era prudente estar allí a pesar de los síntomas: mareos continuos, dificultad respiratoria, cansancio excesivo ante poca actividad, edema, dolor en boca de estómago, etc. Hasta que en la tercera  visita, dudando, le pregunté al médico de guardia si con los síntomas que sentía era conveniente consultar allí en Urgencias. Me dijo que sí, que estuviera tranquilo, y me indicó que llamaría  al cardiólogo de urgencias para que me realizara una visita. Finalmente con el ecocardiograma portátil confirmó el empeoramiento de la insuficiencia cardiaca. Ya tenía un dato “científico”. Hasta entonces las analíticas, ECG y la RX, que me hicieron en anteriores visitas parecía que no habían sido suficientes para ver ese empeoramiento.

El punto que quiero ver en este relato es intentar descubrir qué ponemos de nosotros mismos cuando un médico nos da un diagnóstico - también lo podríamos aplicar a cualquier trance en la vida, una separación, un accidente, un despido laboral, una pérdida económica, etc.  Es decir cómo es que experimentamos esas situaciones añadiendo más de lo que hay. Sabemos que cada uno reacciona de manera diferente ante un diagnóstico de gravedad. Esa diferencia individual es la que uno debe mirar para no hacer de la situación un tiempo de culpabilidad/victimismo, sino un tiempo para descubrir recursos que hasta ahora no había necesitado, y de este modo desarrollar habilidades que no había imaginado. La primera reacción ante la noticia es el punto de partida de cómo somos y como nos vamos a sentir a lo largo de la enfermedad. Pues aquí salen nuestros miedos más profundos y el sentido que le hemos dado a la vida. Esas situaciones son las que nos pueden llevar a relativizar muchas de las cosas que hacemos y valorar otras que no habíamos considerado.

Una propuesta es hacernos preguntas para ver donde estamos: ¿Cómo respondo en esas situaciones? Aparecen miedos, culpabilidad, ¿me siento víctima de mi conducta o del destino?, o ¿de una fuerza superior?, ¿quizá dios quiere que pase por esto? O por el contrario ¿son las consecuencias del tipo de vida que he llevado?, o ¿ las consecuencias de mi ADN?, o ¿cómo he gestionado mis emociones, o como he utilizado mis pensamientos y palabras?, cómo han sido mis relaciones. Es decir puedo tomar responsabilidad por lo que me he hecho a mí mismo, asumiendo mi genética, mi psique, mis palabras y  conducta, y entonces tener la capacidad de decidir en como quiero vivir dentro de mi esa situación. Por lo tanto me pregunto ¿Qué he añadido de mi personalidad en esta situación? Una vez respondido puedo ver si mi carácter está más alineado a la victimización/culpabilidad o a la responsabilidad/empoderamiento. O añadir más sufrimiento dentro de mí y a otros, o vivir en serenidad conmigo mismo y comprender quienes son los otros. También uno puede preguntarse ¿En qué me convierto cuando estoy enfermo? ¿Aparecen todas mis debilidades y me vuelvo irascible con los demás proyectando mi propia rabia? O bien ¿soy capaz de ver la situación como un espejo donde surgen mis personalidades más manipuladoras, y al verlo entiendo que no son los demás sino uno mismo quien no se vio hasta ahora con tanta claridad?

Antes de continuar quiero ver la definición que aparece en el diccionario de dos palabras: dolor y sufrimiento.

Dolor: sensación molesta y desagradable que se siente en una parte del cuerpo a causa de una herida o una enfermedad.

Sufrimiento: Paciencia con que se sufre o se soporta una desgracia. Entonces veremos aquí el dolor como un aspecto físico, y el sufrimiento como un aspecto de nuestra mente, de nuestras reglas y juicios, nuestra moral que dicen algunos.

El dolor es una reacción física, el sufrimiento una reacción mental. ¿Qué significa esto?, que el dolor se puede controlar con fármacos, en cambio el sufrimiento depende exclusivamente de cada uno. Y a esta conclusión que hemos llegado aquí, es la que muchos sabemos y pocos estamos dispuestos a responsabilizarnos. Sin darnos cuenta que lo que añadimos al dolor, con nuestro sufrimiento, perjudicamos también a nuestro organismo, por no decir a quien está a nuestro alrededor.


¿Entonces cómo manejar la ansiedad o el malestar ante una enfermedad? Sencillo, poniendo remedio cuando existe dolor y entendiendo que el malestar tiene su origen en lo que ha hecho cada uno con su mente a lo largo de su vida. Como valoró los eventos y su propia vida, también la vida de los demás. Es decir que creencias ha aceptado, en que ideas se ha alineado, en que pensamientos ha participado, que emociones ha permitido desarrollar dentro de sí. En definitiva es una oportunidad para ver en que se ha convertido uno con su propia mente. Por sencillo, no significa que sea fácil de realizar. Pero si no entendemos y cambiamos lo que pusimos dentro, no podremos dirigir, ni controlar los eventos que aparecen en nuestras vidas, en este caso la enfermedad.

Una propuesta de cómo solucionarlo primero es darse cuenta que uno puede parar el sufrimiento de su propia personalidad. Otra es darse cuenta que pensar en las consecuencias futuras de un diagnóstico no es práctico, pues el cuerpo tiene recursos que no imaginamos, y nadie sabe ni el día ni la hora de su propia muerte. Por lo tanto algo que no puedes controlar para que ocuparse, en todo caso que nos coja asumiendo nuestra vida y ordenarla de la mejor manera. Ello nos proporcionará serenidad, y desde la serenidad ver que podemos hacer de cada momento un aprendizaje y una maestría.






 
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