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domingo, 19 de febrero de 2017

El esfuerzo valió la pena

Quiero traer aquí una palabra que me parece tiene poca popularidad, me refiero al esfuerzo. Cuando pensamos en la felicidad, el esfuerzo no es uno de los valores que surgen, al contrario de lo que significan para la mayoría la comodidad, el bienestar o el disfrute. Se trata más bien de “pasarlo bien” y divertirse, y así despreocuparse de las responsabilidades que presenta la vida. Quizá estas serían las palabras que resumirían a lo que muchos aspiran. Pero quiero redefinir la palabra esfuerzo, no como algo tedioso, aburrido y poco estimulante, sino desde la perspectiva de lo que hace uno con su vida y la manera de sentirse satisfecho por lo que es, también por lo que piensa, habla y la manera de relacionarse.

Y lo traigo a esta web porque independientemente de la situación personal que uno esté viviendo, cuando estamos enfermos parece como si tuviéramos que dejar el esfuerzo a un lado y ocuparnos de otros asuntos más acuciantes. Pero veremos que el esfuerzo en estas situaciones, como en tantas otras, adquiere todo el sentido. De muchas maneras puede determinar el grado de satisfacción que sentimos de nosotros mismos. Por ejemplo, cuando somos constantes en un régimen alimentario que ayude a nuestra salud, o cuando realizamos determinados ejercicios para recuperar la movilidad de nuestro cuerpo.

Veamos pues como define el diccionario el esfuerzo:
1s. m. Empleo enérgico de la fuerza física, la inteligencia, la voluntad o cualquier facultad espiritual, para laconsecución de un fin los exámenes finales siempre suponen un gran esfuerzo para los estudiantes; hacer elesfuerzo de llamarle; costará muchos esfuerzos terminar este proyecto.
2. Trabajo o privación que se hacen para ofrecer medios económicos para hacer cierta cosa hacer el esfuerzo parapagarle la carrera. esfuerzo económico
3. Ánimo, vigor o valor.
4hacer una persona un esfuerzo por su parte coloquial Ayudar para que dé resultado lo que otra hace aunque elprofesor nos elimine materia, no aprobarás si no haces un esfuerzo por tu parte.

Me llama la atención como se define el esfuerzo vinculandolo a los resultados, “para la consecución de un fin”. Por ejemplo, un estudiante invierte un tiempo y un esfuerzo esperando aprobar las asignaturas para conseguir una titulación. Parece como si el énfasis estuviera en la obtención de un título, en lugar de valorar lo que ocurrió en ese tiempo dedicado al estudio. El esfuerzo me parece una parte muy interesante pues es mucho el tiempo que le dedicamos en diferentes ámbitos de la vida. Sin darnos cuenta que es durante ese proceso que ocurren cosas donde podemos descubrir facetas personales y además de trabajar sobre un asunto.

La cuestión es que el esfuerzo, tal y como lo plantea la definición, está relacionado con “tener que hacer”. Por ejemplo, hago este esfuerzo para conseguir mejores notas. Y si no se cumplen nuestras expectativas nos vemos defraudados, infravalorados, dejamos de tener confianza en nosotros y nos valoramos inferiores a los demás, o menos inteligentes. Y todo ello porque la regla de juego del sistema educativo, u otros sistemas sociales, así lo ha acordado, y nosotros hemos aceptado ese juego. Pero la aceptación de ese juego no sale gratis, tiene consecuencias. Si eres un estudiante que tiene resultados brillantes serás ensalzado. Ahora, como suspendas en tu infancia o adolescencia, estarás marcado para toda tu vida. Y luego desmonta esa patología...... 

Vemos que la cultura del esfuerzo es un ámbito de competitividad, que clasifica y separa a las personas como buenos o malos estudiantes. La mala noticia es que esa competitividad aumenta en diferentes escalas, y arriba en la pirámide solo cabe uno, por lo que el esfuerzo, tal y como lo hemos definido no sirve más que para generar decepción y frustración.

Hay otra manera de verlo y consiste en que uno se convierta en el centro de todo lo que ocurre durante el proceso en que realiza el esfuerzo, y no solo en la consecución de resultados. Es decir que ese tiempo lo experimente con curiosidad, con interés, con atención y con sorpresa. De manera que lo que descubra sea resultado de la participación de todo su ser. Ocurre que cada instante se convierte en una celebración, pues la mente no tiene que competir con nadie sino disfrutar de sí mismo. 

Es una manera de verlo al haber pasado por ahí y encontrarse a uno mismo en lo que estaba haciendo. Les invito a realizarlo.






domingo, 29 de enero de 2017

El síndrome de la sala de espera médica

El síndrome de la sala de espera médica
Esta semana me encontraba en una sala de espera del hospital para que me hicieran un ecocardiograma y el control del DAI (Desfibrilador Automático Implantable) cuando me pasó por la cabeza las veces, cientos, que me he encontrado en esa situación, esperando. O bien para para que me realizaran una prueba, aplicaran un tratamiento, o una visita médica. Y ese tiempo de espera es lo que quiero investigar aquí. ¿Qué me sucede en ese tiempo de espera? Y de esta manera compartir aquello que puede también resonar en otros, o evocar situaciones similares.
Sentado allí me vino el recuerdo de los pensamientos y sensaciones que durante tanto tiempo aparecieron, y que ahora pude contemplar con serenidad, después de ver, darme cuenta y entender lo que estaban indicando. Observé como me encontraba antes de entrar a la consulta y después de salir. Viendo que en algunas ocasiones mi calidad de vida quedaba condicionada por los datos clínicos que recibía del médico, y que en varias ocasiones cambiaron drásticamente mi futuro. De hecho, tuve que reorientar mi vida profesional y abandonar mis estudios por mi salud. Claro está que no siempre tiene que ser así, lol, pero es muy probable que un día muchos de nosotros nos veamos a la “espera” de recibir un diagnostico que dé un giro a nuestra vida.
Lo que aparece en la mente de uno durante esos momentos previos se podría denominar como “el síndrome de la sala de espera médica”. Allí uno experimenta las consecuencias de sus propios pensamientos y sensaciones: ansiedad por conocer si tengo o no una determinada enfermedad, o si esa enfermedad puede ser más o menos grave, ansiedad por no saber cómo está evolucionando una enfermedad diagnosticada, miedo a empeorar, miedo al sufrimiento, miedo al futuro, miedo a la muerte, miedo a no saber adaptarte a la nueva condición física, darte por vencido, falta de confianza en uno mismo por no saber cómo lidiar con los resultados, imaginación pesimista y en ocasiones fatalista, sentirse víctima del destino, desamparo, incomprensión, verte en el final de tus días, etc. En definitiva, todo un catálogo de pensamientos que le hacen sentir a uno impotente ante la falta de habilidades por no saber conducirse ante lo que se avecina.
Uno no se da cuenta que está desarrollando impotencia, solo se rebela e inicia un proceso de duelo ante esa pérdida de salud. Creyendo que solo puede adoptar una actitud pasiva, diciéndose así mismo: “no puedo hacer nada más”, y ver lo que pasa. Es un mensaje que se da uno mismo donde desconecta la posibilidad de tomar las propias riendas de su vida y hacer lo que decida. De alguna manera uno se siente poseído por sus propios fantasmas que en forma de pensamientos aparecen en su mente, y es complicado y laborioso deshacerse de ellos. 
Lo que he encontrado como experiencia es que lo relevante no es lo que nos sucede, sino como lo vivimos dentro de nosotros, y eso es responsabilidad de cada uno, De ahí la conocida frase de “Lo importante no es lo que nos ocurre, sino como actuamos ante ello”. El primer paso es comprender la condición humana y tener en cuenta la imprevisibilidad de la vida, para no autoengañarnos ni hacer falsas valoraciones sobre quiénes somos y lo que nos pasa. Es decir, que haya un deterioro de nuestro cuerpo, caigamos enfermos, o tengamos un accidente entra dentro de lo que hoy denominamos como acontecimientos probables en la vida. Por lo tanto, no nos debemos extrañar que nos suceda también a nosotros, a mí. Pero entiendo que se nos olvide en esos momentos y que no todo el mundo esté dispuesto a aceptarlo como parte de la experiencia humana, por la educación y cultura que recibimos.
Claro, uno lo puede entender, pero el problema es cuando me toca mí, jejeje. Lo acepto en los demás como algo natural, pero coño, ¿por qué a mí? Y en esa respuesta he estado entretenido, cuando no anestesiado, a través de múltiples visiones religiosas, espirituales, reencarnacionistas, karmicas, escuelas de conocimiento etc, Y me di cuenta que esas creencias me separaban más de lo que tenía que afrontar. Así de sencillo, pues en definitiva lo que quería llenar era una falta de sentido. Y esa falta de sentido es la que moviliza a una mente inquieta a moverse por senderos, que según he visto en mí, me alejaron de una respuesta que me apoyara de manera perdurable y satisfecha.
Ya he dado algunas de mis respuestas arriba cuando he indicado de como uno tiene que asumir la propia condición humana. Apuntaré otras: la propia biología, genética, o estructura física, la fricción entre la mente y cuerpo. Es decir la psicosomática, de cómo la manera de pensar y sentir afecta a diferentes partes del cuerpo; y también del efecto de estar expuesto a ambientes tóxicos. Tampoco nos podemos olvidar de las condiciones de vida que hemos creado: guerra, hambre, esclavitud, etc. Todo ello forma parte de lo que denominamos el “estilo de vida” en la Tierra.
Buffff, ¿me he ido un poco lejos de la sala de espera, no?, lol.
Por último, y a raíz de mi proceso de aprendizaje de la Comunicación No Violenta (CNV), quiero compartir mi enfoque sobre las respuestas que uno puede encontrar a través de esta visión. Su creador Marshall Rosenberg, dice, según entiendo, que cuando emitimos un juicio o una evaluación al observar una situación, reaccionamos con un sentimiento de insatisfacción que manifiesta una necesidad no cubierta. Entonces a la luz de esta afirmación he investigado sobre el origen de todos esos pensamientos y sensaciones que aparecieron en las salas de espera al evaluar el momento en que me encontraba. La cuestión sería descubrir cuáles eran las necesidades* que estaban latentes y no fueron satisfechas cuando aparecieron todas estas reacciones de miedos e incertidumbre.
Y lo que he encontrado es algo muy sencillo, a priori, primero, una necesidad de autocomprensión, encontrar una justificación de la situación. y aquí encontré que en ocasiones me vi dentro de la culpa y la vergüenza. Culpa por sentirme responsable de aquellas cosas que sucedían en mi cuerpo, incluso siendo adolescente. Y vergüenza, por tener que llevar sobre mí la marca evidente y temprana del deterioro físico, y en eso verme inaceptable, sentir rechazo de mi propio cuerpo y de la imagen que daba. Interesante! La propia incomprensión de lo que me sucedía desencadenó en mi sistema de conciencia todos estos pensamientos e ideas inconscientes y como de ello solo vi la punta del iceberg, la culpa y la vergüenza. Y de ahí un rechazo hacia mi propio cuerpo. Por lo tanto, insatisfacción y decepción por la propia vida, con todas las consecuencias que se derivaron y que ya he explorado y perdonado, lol.
Otra de las necesidades que veo no cubiertas entonces y que desencadenaron múltiples reacciones fue la necesidad de proximidad, está claro que yo mismo no fui capaz de dármelo por lo que he dicho antes sobre la falta de comprensión, rechazo a mi propio cuerpo, por lo tanto, ausencia de intimidad conmigo mismo, de asumir mi propia corporalidad. De manera que esa lejanía de mí mismo, me llevó a iniciar una búsqueda lo más lejos posible: el cielo, lo transpersonal, lo esotérico, lo espiritual, lo oculto, etc. Sin darme cuenta que el punto de partida de esa búsqueda no era más que una carencia y una insatisfacción. ¡También Interesante!, lol. Aquí una reflexión sobre cómo iniciamos diversos caminos pensando que estamos a la búsqueda de nosotros mismos, y lo que hacemos, en realidad, es huir.
Y por último una necesidad que incluye las dos anteriores de comprensión y proximidad, que es la falta de sentido. Que indicaba una manera poco satisfactoria de ver las cosas, y no estar atento a mis sentidos corporales, mi sentir, contactar con mi cuerpo, observar en mi cuerpo lo que me estaba sucediendo.
Por último, una propuesta, una palabra que representa lo que uno puede hacer en estas situaciones, además de investigar en su mente, y es vivir desde el presente aquí. Es de lo único que disponemos para actuar, lo demás el pasado y el futuro existen solo en nuestra mente. Y aunque soy consciente de que el presente es en gran parte las consecuencias de las decisiones, pensamientos y emociones que hemos aceptado y permitido en el pasado, también existe otra manera de vivirlo:
Presente: Estar aquí en y como lo físico y desde la situación personal en la que me encuentre, hacer lo mejor que está en mis manos para mí y para todos por igual. Siendo consciente que en el aquí hay una parte de la que no tengo control, de la misma manera que no tengo control en este momento de los movimientos involuntarios del corazón, pulmones, intestinos, así como de los procesos bioquímicos y eléctricos de mi organismo. Pero darme cuenta también  que puedo ayudarme y darme empatía mediante mi estilo de vida, alimentación, pensamientos y sentimientos a que esas funciones actúen en las mejores condiciones posibles.
Gracias por leerme!


*Por necesidades la CNV entiende aquellas expresiones intrínsecas en el ser humano que son universales e impersonales que hacen referencia a la autonomía, nutrición, esparcimiento, integridad e interdependencia.




 
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